Isabel Matute: "Somos las esclavas del calzado"
- CulturyArt
- 22 abr 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 13 jul 2021
Isabel Matute, Presidenta de la Asociación de Aparadoras y Trabajadoras del Calzado de Elche lucha para que no se esclavice un oficio artesano y tradicional del zapato como es el aparado. Su oficio es una pieza muy importante dentro de la cadena de producción de las fábricas de calzado del que dependen gran parte de las familias ilicitanas.

Isabel Matute trabajando con su máquina de coser en casa. (Fotografía: Isabel Matute)
Matute, nació en un pueblecito de Granada pero vino a Elche con sus tres hermanas para trabajar en el calzado. Entró con 12 años en un taller de tacones que era "tercermundista total", según explica. Después se fue con sus dos hermanas a otra fábrica conocida como "Company" pero llegó de repente la crisis del petróleo y empezaron a cerrar las fábricas en Elche. Isabel Matute se quedó en paro como sus hermanas porque la producción de calzado se la llevaron los empresarios a China para abaratar costes. Fue cuando "empezamos a trabajar en lo que hubiese a cualquier precio", exclama la granadina.
Pregunta: ¿Cómo afectó al sector el traslado de la producción total a China?
Respuesta: Afectó mucho. De hecho, es ahí cuando empieza la cultura de la industria sumergida porque nosotras antes trabajábamos todas con nuestro contrato y legal. En el 78 hubo una huelga conocida la del calzado donde conseguimos mejoras laborales y a partir de ahí comenzó la crisis. Ahora la gente está trabajando por 4 pesetas. Hasta que la producción se la han vuelto a traer porque ya no interesa producir en Asia porque no viene bien hecha y tienen que arreglarla, de ahí, surgen los talleres pero en situaciones muy precarias para las mujeres.
P: ¿Cómo empezó todo a cambiar?
R: Con los talleres chinos. Ellos abrían y trabajaban de lunes a lunes. Nosotras cuando nos enteramos cogemos y denunciamos. Incluso por las noches vemos luces encendidas en los talleres, conocidos como "camas calientes" porque duermen allí. esto se ha vuelto como el Tercer Mundo o como la India, es explotación por explotación. La gente cuando se lo contamos se escandaliza pero esto es real y está ocurriendo aquí en Elche.
P: ¿Y cuando denunciáis a esos talleres tiene alguna repercusión hacia vosotras?
R: Por supuesto. Pasamos directamente a una lista negra. Nos ponen en una lista como "conflictivas" y no nos van a contratar. De todas formas Elche lleva tres años bastante removido por la asociación. ¿Y qué pasa? que ahora la nueva moda es llevar la producción a Marruecos e incluso a Murcia porque por aquí está todo muy revuelto con las acciones de la asociación. En definitiva, ellos tienen un gran negocio montado que es el dinero negro, aquí el negocio no es el calzado, es el dinero negro porque no tributa. ¡No hay manera de luchar contra eso! Sí Elche es conocida como la China Town española.
P: ¿Por qué se crea la asociación?
R: Nuestra asociación funciona como asamblearia. Las mujeres participan y son las que deciden. La asociación es tan necesaria porque cuando llegas a una asociación como esta ves que la gente llega culpándose de no poder pagar las facturas o la casa sin tener en cuenta que ha habido varias crisis, que el banco le ha engañado, que los intereses que ellas pagaban se le habían triplicado, etc. Todo eso no se había tenido en cuenta y se ha normalizado que si tú no estás en tu casa criando a tus hijos te aguantas lo que te pase. Cuando todos sabemos que no hubiéramos tenido ni un solo niño si las mujeres decidiéramos trabajar en la fábrica porque, ¿cómo tu concilias? Si salíamos de la fábrica a las nueve de la noche, ¿quién te cuida a tus hijos, otra mujer? ¿con qué dinero? Sin embargo, las horas que le dedicábamos a la familia se la quitábamos al trabajo y luego lo recompensábamos con más horas. ¿Por qué nos hacen sentirnos culpables? Entonces, al estar en la asociación ellas se han dado cuenta que se ha normalizado algo que no es justo ni normal. Hay mujeres que desconocían hasta su convenio y las culpables no son ellas sino el sindicato, la administración y el empresario que lo han permitido.
P: ¿Qué respuesta tienen de la administración?
R: Pues el otro día con la Directora General de Empleo de Valencia nos decía que lo que teníamos que hacer era denunciar. Y yo le dije que eso no sirve para nada porque llega el inspector de trabajo le pone una multa, el empresario se declara insolvente, cierra el taller, no paga la multa y a la semana siguiente lo ves abierto con otro nombre y en otra calle. Por eso, desde la asociación reivindicamos que se haga una tarjeta de trazabilidad para que se sepa dónde se ha hecho, quién la ha hecho, o sea una tarjeta de calidad o de dignidad como yo le llamo. Además, queremos inspectores fiscales no queremos inspectores de trabajo para que vayan a los talleres cojan los ordenadores y pidan las plantillas de los miles de zapatos que le han hecho.
P: ¿Cuántas mujeres sois en la asociación?
R: Somos 140 mujeres más o menos que hemos estado haciendo zapatos la mayoría durante 40 años. Y yo no paro de decirle a las autoridades que nos están condenando a todas las mujeres ilicitanas a la exclusión social. Somos las esclavas del calzado. Gracias que tenemos a un gran amigo en la asociación que es el economista Josep Ybarra. Él nos cuenta siempre que se hizo economista porque su madre era aparadora y él le llevaba las cuentas a su madre de los zapatos que hacía porque ella no sabía ni leer ni escribir. Esto es así todo. Todos nuestros hijos e hijas tienen carreras universitarias gracias al calzado, gracias a las horas que le hemos dedicado a aparar zapatos.

Imagen de las mujeres de la asociación reivindicando sus derechos. (Fotografía: Isabel Matute)
P: ¿Qué reivindican con la asociación?
R: Que se nos reconozcan los años trabajados. Pero dicen que eso es imposible aunque yo creo que no porque si uno quiere puede cambiar lo que sea. Y también que se nos reconozcan las patologías laborales de las las aparadoras que muchas padecemos dolencias del Túnel Carpiano y la espada, entre otras, por trabajar tantas horas con una máquina de coser.
P: ¿Habéis pensado formar una escuela o cooperativa del aparado?
R: Sí, lo hemos pensado sobre todo una cooperativa escuela para enseñar a las chicas que quieren aprender el oficio. Pero una aparadora necesita tiempo para aprender. Ten en cuenta que de aprendiz a aparadora se supone que son tres años de formación. Una aparadora está aprendiendo cada día porque el modelo va cambiando constantemente. No es lo mismo una zapatilla que una bota o una sandalia que un deportivo. No todo el mundo sabe "refinar" o "doblar". Es un oficio artesano que se tiene que aprender con los años.
P: ¿Hay un problema con el cambio generacional dentro del mundo del aparado actualmente?
R: Sí, lo hay. Pero porque no hemos querido que nuestras hijas aprendan ni nuestras hijas han querido aprender este oficio después de ver lo sacrificado que es. ¿Quién va a querer estar como estamos nosotras? Han huido y hoy en día no tienes gente que sepa hacer zapatos.
P: ¿Por qué no se apostó por el zapato artesano?
R: Es una pena porque hay verdaderos zapatos cosidos que son una verdadera obra de arte y eso no sabe hacerlo todo el mundo. Ten en cuenta que el pequeño detalle, los pespuntes hacen que el zapato sea único. La belleza de lo artesanal no se puede comparar con algo prefabricado. Es terrible que el zapatero sea tan avaro y no valore lo que tiene. Lo lógico es que en Elche se hubiese apostado por un zapato de calidad hecho a mano pero se ha preferido comprar en China y utilizar materiales baratos y de baja calidad.
P: ¿Qué zapato hiciste por última vez?
R: El último trabajo que hice fue para una empresa de botas de motorista que cuestas 200 euros pues a mí me pagaban a 1,5 euros el par. ¿Tú sabes la cantidad de hebillas que llevaba eso? A la hora yo me podía hacer par y medio porque llevaba 4 hebillas y 4 correas. Da igual lo que te cueste en el mercado porque ellos (los zapateros) lo van a cobrar al mínimo. Es muy duro.
P: ¿Cómo os ha afectado la pandemia de la Covid-19?
R: El sector está acabado. La poca faena que hay está en Marruecos que luego venden como Made in Spain y eso es ilegal. Y lo que también hemos notado es que los chinos se están volviendo a su país porque aquí no hay producción. Muchas mujeres de la asociación lo están pasando fatal y están deprimidas porque algunas que están separadas depende íntegramente de su salario. Este año lo están pasando como no está escrito. Muchas han tenido que ponerse a hacer mascarillas para sacar algo de dinero que llevar a casa.
P: ¿Cómo ves el futuro de las aparadoras?
R: Yo veo un futuro bastante negro si las condiciones no mejoran. Si hubiera un cambio en la estructura del calzado y se quisiera hacer las cosas bien el aparado estaría bien porque el zapato siempre va a tener futuro al tratarse de un producto necesario y vital. Ahora, ¿cómo lo quiero llevar a cabo? tiene que ser una producción competitiva pero que esté saneada y que sea legal.
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